Cuando se habla sobre la esclavitud, viajamos en el tiempo a los inicios de esta humanidad en Sumeria, donde los judíos eran esclavos… O a la época de los romanos y nos imaginamos a Espartaco… Sin caer en la cuenta de cuan esclavos somos actualemente…

Nos hemos ido habituando poco a poco a vivir para pagar impuestos, contribución… y para poder seguir consumiendo, sin caer en la cuenta de la forma en la que estamos consumiendo nuestra vida, nuestra cada vez más condicionada, limitada y previsible vida. Vivimos mucho en la apariencia, en aparentar, en hacernos ver por lo que hacemos, por lo que tenemos, por lo que conseguimos, cuando en realidad vivir consiste en ser siendo. Ya no somos, nos deshumanizamos día a día.

Vivimos tan pendientes de mantener nuestra área de seguridad, de confort, tan enfocados en satisfacer nuestras necesidades lo más inmediatamente posible, que poco a poco nos vamos olvidando de nosotros mismos, de lo que realmente somos. También vivimos con mucho miedo e inseguridad, con cierta tensión estresante, con cierta angustia existencial, con miedo a morir, con miedo a vivir…Terminamos creando máscaras y actitudes, roles que ejecutan nuestros diferentes personajes, según sean las circunstancias o las personas que queremos atraer o repeler, finalmente terminamos creyendo que somos los personajes, olvidando al actor principal del escenario llamado existencia.

Fundamentalmente no somos, ha este estado lo llamo RES (lo contrario de SER). El niño se desarrolló a partir de la genética de los padres, que incluye 4 generaciones de su familia por parte de padre y madre, ha sido educado en una familia y en una escuela influenciada por la historia de los vencedores, que nada tiene que ver con la historia real. Además ha recibido una metaprogramación social, política y religiosa, y cada día recibe altas dosis de marketing. Cree que lo que escucha en los informativos y lee en los periódicos es verdad, o casi verdad. La propaganda política igualmente le influye directa o indirectamente.

En medio de toda esta gama de influencias, condicionamientos y creencias aparecen necesidades originales e implantadas, diferentes situaciones y circunstancias que requieren que se tomen decisiones, que se hagan elecciones…La mayoría de nuestras decisiones se toman en modo automático, igual que lo haría un robot. Estamos programados. 

“Una dictadura perfecta tendría la apariencia de una democracia, una cárcel sin muros en la cual los prisioneros no soñarían en evadirse. Un sistema de esclavitud donde, gracias al sistema de consumo y el entretenimiento, los esclavos tendrían el amor de su servitud”. Aldous Huxley.

De fondo aparece la frase: «eres más pensado de lo que piensas». Creo que somos más esclavos de lo que pensamos, y un esclavo no dispone de libre albedrío, solo puede elegir entre las cosas que forman parte de lo que le han dicho que puede elegir, y cada vez son menos opciones y peores. Y lo peor es que nos terminamos haciendo dependientes, aunque cada vez vayamos a peor, nos adaptamos, nos indignamos, nos resignamos y seguimos con la cabeza «gacha», sin darnos cuenta de la realidad. La característica de un ser humano libre es su voluntad, y es desde esa voluntad desde donde puede tener libre albedrío. Sin voluntad no somos libres y por tanto si esclavos de la doma de la tribu, de la educación, de las creencias, de la religión, del partido político, del equipo de fútbol, de las marcas favoritas, de la moda, de los gustos, de los deseos, de los placeres, de los apegos, así como de la identificación con el personaje que creemos o queremos ser, y que nos obliga a dejar de lado lo que ya somos y desconocemos, pues el exterior demanda atención, cambiando así nuestro enfoque hacia el entorno, un entorno que te dice que tienes que comer, beber, como vestir, que comprar, donde y cuando, de una forma más o menos directa o forzada.

Hace falta leer a personajes que ya han escapado de las redes del sistema y escuchar como resuena esto que leemos. Puede aparecer miedo, miedo por estar viviendo una mentira, angustia por darnos cuenta de que estamos viviendo en una prisión llamada sistema, ansiedad por tener dificultad para darnos cuenta de nuestro estado de esclavitud, y aún reconociéndolo, seguir manteniendo el sistema que nos convierte en esclavos. ¿Cómo romper con este estado de servidumbre…?. 

Entonces, sigues creyendo que tienes voluntad… ¿?. Si quieres ser realmente libre, antes es necesario reconocer la condición de esclavo, pues el esclavo que se cree libre, difícilmente lucha por obtener su libertad. Así pues, para cambiar algo antes hay que saber que hay que cambiar, y esto requiere mucha atención y poca distracción.

La servidumbre moderna es una esclavitud voluntaria, consentida por la muchedumbre de esclavos que se arrastran por la faz de la tierra. Ellos mismos compran las mercancías que los esclavizan cada vez más. Ellos mismos procuran un trabajo cada vez más alienante que se les otorga si demuestran estar suficientemente amansados. Ellos mismos eligen los amos a quienes deberán servir. Para que esta tragedia absurda pueda tener lugar, ha sido necesario despojar a esa clase de la conciencia de su explotación y de su alienación. He ahí la extraña modernidad de nuestra época. Al igual que los esclavos de la antigüedad, que los siervos de la Edad Media y que los obreros de las primeras revoluciones industriales, estamos hoy en día frente a una clase totalmente esclavizada, solo que no lo sabe o más bien, no lo quiere saber. Ellos ignoran la rebelión, que debería ser la única reacción legitima de los explotados. Aceptan sin discutir la vida lamentable que se planeó para ellos. La renuncia y la resignación son la fuente de su desgracia.

¡Despierta!

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